martes, 19 de julio de 2022

LA HISTORIA DEL CARRO ROJO | Carretera México - Cuernavaca


Entre todas las leyendas mexicanas que conocemos es muy común encontrarnos con aquellas que tienen su historia en diversos caminos y carreteras de México, siendo estos el escenario perfecto de sucesos paranormales, debido la gran cantidad de accidentes que ocurren día a día. A pesar de ser lugares muy transitados hay horas del día y la noche que se vuelven completamente solitarios.

La leyenda del carro rojo, surge en la carretera México – Cuernavaca. Aquel carro lleva a bordo a 2 o 4 pasajeras muy sensuales, que buscan seducir a todo hombre que se encuentren en la carretera.

La leyenda del carro rojo


Un poco de historia

La historia del carro rojo nace aproximadamente en los 90´s, cuando de momento ocurrieron muertes inesperadas en un pueblo llamado “Tres Marías”, cerca de la carretera México – Cuernavaca.

Desde aquella década los habitantes del pueblo contaban que un carro rojo muy bonito y lujoso se paseaba a exceso de velocidad por la carretera a altas horas de la noche.

Las personas que conocen esta historia recomiendan no andar por aquellos rumbos a altas horas de la noche, sobre todo si son hombres. Tanto por el peligro de ser atropellado como por el peligro de encontrarse con las mujeres que van dentro del carro rojo.

Dicen que el misterioso vehículo se hace visible únicamente a los hombres, puede ser alguien que busque ayuda para llegar a algún destino o simplemente se encuentre caminando en la carretera.

Las personas que han tenido la suerte de resistirse a subir al auto cuentan que los pasajeros son 2 o 4 sensuales mujeres, muy bellas y con ropa diminuta que revela su cuerpo escultural. Pareciera que vienen o van a una fiesta. Gritando de alegría se acercan a su víctima a quién comienzan a seducir con besos y halagos para llamar su atención. Si el hombre se resiste, las provocaciones se vuelven más intensas y hacen lo que sea para que el hombre acepte subir al elegante auto.

Quienes se niegan a subir corren con la suerte de seguir vivos, pero ¿qué ha pasado con los hombres que aceptan irse con ellas?, se dice que los que han subido al auto aparecen días después muertos en la carretera. Lo triste de su muerte es la forma en como murieron, pues el cadáver se encuentra con señales de tortura e incluso ha habido cuerpos con símbolos extraños que según dicen, pertenecen a la magia negra.

El dato curioso sobre esta historia es que dicen que el color del auto es marrón, muchos lo asemejan al color de la sangre. Hay quien dice que la pintura del carro es la sangre de los hombres que han accedido a los encantos de aquellas mujeres.

Dos teorías sobre las mujeres del carro rojo


Brujería: muchas personas creen que las mujeres son brujas y que al lugar donde llevan a los hombres es a un rancho que se encuentra cerca de la carretera. Utilizan el cuerpo de su víctima para sus ritos.

Súcubos: así como existe el mito de que las mujeres son brujas, también hay quien dice que son Súcubos. De acuerdo a las leyendas medievales, los súcubos son demonios que se transforman en mujeres demasiado atractivas para seducir a los hombres, con el fin de cumplir sus deseos y así apoderarse de su alma.

El hombre que pudo resistirse a las bellas mujeres


Aquel hombre iba caminando a la orilla de la carretera, ya era tarde pero era la rutina de todos los días. Miró el reloj y ya marcaba las 01:17 a.m. Él ya sabía la historia del carro rojo y caminaba lo más rápido que podía, sin embargo, sintió escalofríos cuando a lo lejos se escucharon gritos de alegría, música a todo volumen y un carro que se acercaba. Eran ellas, las mujeres del carro rojo, quienes se acercaron a él. Tres mujeres eran las que iban a bordo del auto, mismas que lo invitaron a subir de una manera muy insistente y seductora. Lo que hizo el hombre fue decirles que estaba casado y su esposa lo esperaba en la casa, así que continúo su camino con el miedo de que lo obligaran a subir.

El hombre contó que alcanzó a percibir como las hermosas mujeres se transformaban en esqueletos y el carro se esfumaba como una sombra perdiéndose entre la milpa que rodean la carretera.

Ahora que ya sabes esta historia piensa bien si algún día un carro rojo se acerca a ti y de casualidad te encuentras caminando a la orilla de la carretera México – Cuernavaca, puede ser que alguien que necesite ayuda o cuatro mujeres sensuales te inviten a subir.

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EL CALLEJÓN DEL DIABLO | HISTORIA DE TERROR MEXICANA



Todas las leyendas que conocemos han pasado de generación en generación, de acuerdo a hechos ocurridos en ciertos lugares, ya sea casas, calles, iglesias y demás. Tal es el caso de un callejón muy famoso en la Ciudad de México que despierta curiosidad del saber porque es nombrado “El Callejón del Diablo”. Se ubica en la colonia Insurgentes Mixcoac. Es un callejón muy angosto y sus paredes color naranja han sido el escenario perfecto para grabaciones de películas y programas del género paranormal.


Una de las historias más contadas del “Callejón del Diablo” es la de un borracho que andaba a altas horas de la noche en la colonia Mixcoac, se dice que iba para su casa cuando tomo la mala decisión de pasar por dicho callejón como un atajo para llegar lo más rápido posible. No llevaba ni la mitad del camino cuando a lo lejos observó una silueta recargada en el tronco de un árbol. Aquel borracho pensó que la silueta era de algún malandro que quería aprovecharse de su estado para atacarlo y quitarle sus pertenencias, así que corrió con las manos en puño hacia la silueta y al llegar un destello intenso reveló un demonio enorme burlándose de una forma muy aterradora. Se dice que aquel espectro fue detrás de él pero por su suerte no lo alcanzó. Por fortuna el hombre pudo contar su relato.


Tal anécdota llegó a oídos de dos hombres escépticos que por la noche entraron al callejón con el objetivo de desmentir los rumores o poder ver a la criatura. Efectivamente cuando entraron pudieron encontrarse con aquel demonio que se burlaba de ellos como lo hizo con el borracho. Ambos jóvenes salieron del callejón como pudieron y esto le dio más fama al “Callejón del Diablo”.


Otro famoso relato donde los hechos ocurrieron en este lugar de la Ciudad de México es el de Julio el usurero. Un cobrador conocido por habitantes de la colonia como un estafador.


Un día el cuerpo de Julio apareció misteriosamente en el callejón y su forma de morir fue escalofriante, pues su cadáver estaba destrozado. Los vecinos comenzaron a decir que el mismo diablo había matado a Julio, tal vez a cobrarle favores o simplemente no alcanzó a salir cuando se le apareció.


En este punto del relato, las personas comenzaron a modificar un poco la leyenda, pues corrieron los rumores de que quien se aparece en este callejón no es el diablo sino el espíritu de Julio.


Una persona conocedora del tema paranormal aconsejó a los habitantes de la colonia poner ofrendas bajo el árbol para evitar que el mal se quedara ahí todos los días.
Mucha gente asegura que al atravesar el callejón se puede sentir un ambiente pesado y una presencia extraña, aún más cuando es de noche.


Estas son las leyendas más conocidas del “Callejón del Diablo”, uno de los lugares con mucho misterio y relatos en la Ciudad de México.

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Las Poquianchis | 🔴 TODO SOBRE SU CASO

 

“Las Poquianchis”, apodo con el que reconocían a las hermanas González Valenzuela. Quienes asesinaron entre 90 y 150 personas de las cuales había mujeres, niños y clientes. El caso de “Las Poquianchis” dejó consternada a la sociedad mexicana. En 1964 fueron detenidas y tres de ellas acusadas de proxenetismo, crimen organizado y corrupción, e incluso se les etiquetó como brujas. Su historia sigue impresionando a todo aquel que conoce las atrocidades que cometieron.


Las Poquianchis


Debido a que el caso fue bastante famoso en aquella época se cree que los medios de comunicación exageraron los hechos para obtener más ventas, pero ¿Cuánto se sabe de ellas?, de todo lo que se ha contado ¿Qué es verdad?

Un poco sobre la vida de “Las Poquianchis”


Delfina, María del Carmen, María Luisa y María de Jesús eran cuatro hermanas nacidas en El Salto, Jalisco. Su padre era un policía del gobierno porfirista, era alcohólico y maltrataba cruelmente a su familia. Cuenta la historia que aquel hombre obligaba a sus hijas a presenciar las torturas de sus detenidos. Por otro lado, la madre, era una mujer devota y muy religiosa.

El maltrato que vivían era realmente extremista, incluso se dice que a María del Carmen la encarceló su padre durante un año.

En la época de los treinta, Delfina, Carmen y María de Jesús entraron a trabajar en una fábrica de textiles como obreras. El trabajo era cansado y muy mal pagado. Fue poco el tiempo que estuvieron laborando y entonces comenzaron a buscar nuevas formas de ganarse la vida.

Inicios de su negocio


Corría el año de 1938, Carmen se involucró sentimentalmente con un hombre abarrotero y mucho mayor que ella, la embarazó y terminó por abandonarla. Tiempo después se enamoró de Jesús Vargas, a quién apodaban como “El Gato”, se fue a vivir con él y comenzaron el negocio de una cantina de “mala muerte”. El negocio obtenía buenas ganancias, sin embargo, se fue a la quiebra debido a que “El Gato” mal gasto el dinero.

Delfina era una mujer muy astuta y corrió con la misma suerte que su hermana Carmen. Logró poner un burdel y reclutaba a jovencitas entre 13 y 16 años a base de engaños, pues les prometía un empleo bien pagado.

Delfina consiguió la protección de las autoridades municipales, que además eran sus clientes. Tiempo después tuvo que cerrar su negocio debido a una riña que se suscitó en el lugar. Finalmente se mudó a Guanajuato donde establecería su negocio de nuevo, bautizándolo como “Guadalajara de Noche”. Contrató a sus hermanas Luisa y Carmen para encargarse de la caja registradora y la cocina. Mientras que Ramón Torres, “Tepo,” el hijo de Delfina, supervisaba a las jóvenes, controlaba la seguridad del lugar y pagaba a las autoridades para que los dejaran trabajar.

María de Jesús en su viaje de visita a sus hermanas en Guanajuato, casualmente conoce a una mujer, Guadalupe Reynoso; una sexoservidora que en ese entonces se hacía llamar como Laura Larraga, tenía su propia casa de citas curiosamente en la misma ciudad que Delfina, con la diferencia de ser más conocido. Tiempo después María de Jesús adquiere dicho negocio.

La propiedad de la casa de citas que compró María de Jesús pertenecía a un hombre apodado “El Poquianchis”. Aunque “La barca de oro” era el nombre que quería María de Jesús para su negocio. Poco tiempo de operar en ese lugar a María de Jesús ya la conocían como “La Poquianchis”, sobrenombre que después recibirían sus hermanas.

Lo que se sabe de María Luisa es que trabajó durante varios años con Delfina y durante ese tiempo se dedicó a ahorrar dinero para alejarse de sus hermanas. De hecho fue la única que no se prostituyó.

Vida y maltratos de las trabajadoras


Como hace unos minutos mencioné, Delfina era una mujer muy astuta y la más cruel de las cuatro. Endeudaba a sus trabajadoras vendiéndoles productos de uso cotidiano, maquillaje, ropa y joyas. De esta manera serían sus esclavas hasta pagar una deuda infinita, no obstante, también eran maltratadas física, sexual y psicológicamente.

Al cumplir 25 años, las jóvenes que lograban llegar a dicha edad, algunas se convertían en cómplices de “Las Poquianchis” y al resto las mataban, pues su creencia es que ya estaban viejas y no servían. Muchas mujeres murieron por la mala alimentación; hay rumores que dicen que solo les daban de comer cinco tortillas al día y un plato de frijoles mal servido. Otras murieron por enfermedades venéreas mal atendidas. Sin duda, hubo muchos abortos practicados ilegalmente dentro del burdel.

Algo que se ha dicho sobre su caso es que las hermanas no fueron las autoras de ningún asesinato. Los crímenes de los que se habla fueron ejecutados por verdugos que ellas contrataban, podían ser cuidadores del lugar o sus guardaespaldas.

Los medios de comunicación han hablado tanto sobre este tema, tanto que llegaron a difundir que “Las Poquianchis” practicaban brujería. En conversaciones que tuvo la periodista Elsa Robledo con María de Jesús se dijo la verdad. Ellas no cometieron actos de brujería y tampoco sacrificaban animales. Confesó que los actos criminales que cometieron tenían la única finalidad de proteger el negocio.

El final de “Las Poquianchis”

Era el año de 1962 y Guanajuato cambio de gobierno, por lo que muchos protectores fueron removidos de sus cargos. En ese entonces también se implementó una ley que prohibía los establecimientos de casas de citas. Esta situación obligó a María de Jesús cerrar “La barca de oro” e irse con Delfina a su burdel. Al poco tiempo el hijo de Delfina fue asesinado en una pelea dentro de la cantina y cuando ella se enteró de inmediato salió con un fusil en sus manos desatando una balacera. Por otro lado María de Jesús huyó con las trabajadoras a una propiedad en San Francisco del Rincón, pues ahí esperarían la llegada de Delfina.

Seis meses después muchas mujeres murieron en ese lugar por desnutrición, por enfermedades o en el intento de escapar.

Llegó el día 12 de enero del año 1964, cuando Catalina Ortega, una de las trabajadoras del burdel finalmente logró huir, de hecho ella fue la primera en denunciar a “Las Poquianchis”. Por suerte la persona que la atendió no era cómplice de las crueles hermanas.

Cuando las autoridades acudieron al lugar se encontraron con una situación que los dejó petrificados; 17 mujeres y 3 niños en estado de desnutrición, un cementerio clandestino y restos humanos enterrados. En total 91 cadáveres.

“Las Poquianchis” fueron condenadas a 40 años de cárcel, en ese entonces era la condena máxima que les correspondía. Solo una logró morir en libertad.

¿Qué fue de “Las Poquianchis”?

El final de “Las Poquianchis” y lo que se supo de ellas es que las cuatro hermanas murieron. En 1949 muere María del Carmen a causa cáncer; en 1968 Delfina muere dentro de la cárcel al caerle un bote de cemento en la cabeza; en 1984 el cáncer hepático termina con la vida de María Luisa y finalmente María de Jesús obtuvo su libertad y murió, no se sabe exactamente el año de su fallecimiento.

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