miércoles, 17 de febrero de 2021

HISTORIAS DE TERROR | LA BARRENDERA


La siguiente historia ocurrió alrededor de las 2 o 3 de la madrugada.

Adela ha contado que casi todas las noches escuchaba a alguien barrer en el callejón de su casa, de esquina a esquina. Nunca había salido a ver de quién se trataba, ya que creía que era algún vecino al que curiosamente le gustaba salir a barrer de noche para tener limpio a la mañana siguiente. Lo que más le llamaba la atención era por qué barría de una esquina a otra, quizá porque en la otra esquina los vecinos dejaban su basura allí para que al día siguiente el camión se la llevara. Otra cosa que le despertaba inquietud era ¿porque a altas horas de la madrugada? Y lo peor cuando lo hacía, los perros se ponían como locos, incluida su perrita. Ladraban y emitían aullidos lastimeros, tal cual alguien los estuviera atacando.

Una noche sucedió lo anterior y Adela escuchó el mismo misterio, a la misma hora. Aquella persona barría la calle y los perros ladrando, su perrita muy perturbada le insistió a Adela salir al patio de la casa. En un instante la perrita dio un brinco, entró a la casa y pegó un alarido como si alguien la hubiera golpeado de inmediato corrió bajo la mesa con las patitas temblando.
Leyendas cortas de terror

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Foto de Thirdman: https://www.pexels.com/es-es/foto/escoba-de-bruja-5407933/

Por fin Adela salió a ver lo que pasaba y sobre todo muy enojada, pues quería una explicación del porqué le habían pegado a su perrita. Cuando se asomó a la calle la persona que barría ya iba llegando a la otra esquina; así que prefirió esperar a la siguiente noche para enfrentar a la persona.

Adela vivía con su pareja quién trabajaba de velador, por suerte muy cerca de su casa.

Cuando llegó la tan esperada noche Adela estaba muy apurada trabajando en la computadora, tanto que se le había olvidado la persona misteriosa. Se preparó un café y continuó escribiendo frente al monitor.

Pasada las 2:30 de la mañana, sentada en la mesa del comedor y a espaldas del gran ventanal que da hacia la calle comenzó a escuchar los sonidos de la escoba a la esquina de su casa, barriendo mientras los perros aullaban y ladraban de una manera escalofriante, ¿Por qué? Aún no lo sabemos.

Cuando aquella persona o ser misterioso llegó a la altura del ventanal, Adela se levantó de la silla y muy presurosa abrió un poco la cortina para saber de quién se trataba y salir a pedir explicaciones.

Al asomarse por la ventana se percató de que era una mujer de cabello largo y negro, traía puesto un vestido que se veía antiguo y sucio. La mujer estaba de espaldas. Un detalle muy curioso es que utilizaba una escoba de paja, al igual que su vestido se veía vieja y muy desgastada.

Adela, aún sin sospechar que no se trataba de una persona común y corriente, le preguntó que si necesitaba algo, a lo que la mujer, sin darse la vuelta contestó que tenía sed y le pidió un vaso de agua.

Adela se dirigió a la cocina a servir el vaso que la misteriosa señora le había pedido, regresó al ventanal, levantó las cortinas a modo de iluminar la calle con luz que tenía prendida y de esta manera poder ver de quién se trataba, pero la mujer aún estaba de espaldas.

Cuando Adela se asomó le gritó a la señora para darle el vaso con agua y esta le dio las gracias.

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Al dar la vuelta la mujer Adela se quedó petrificada, pues era una figura horrible la que iluminaba la luz de su comedor. Era la silueta de una mujer de estatura media, poco encorvada, no tenía piel, pues sus huesos estaban al aire libre. Su rostro no tenía nariz y sus ojos no eran más que cuencas vacías y oscuras, pero lo más aterrador era su sonrisa diabólica. En este instante la mujer emitió un grito y una risa que paralizó por completo a la joven.

La mujer tiró la escoba al suelo e intentó agarrar a Adela, ella como pudo caminó hacia atrás, pero se tropezó con una maceta lo que la hizo caer al suelo, mirando con temor aquel fantasma que se reía afuera de su casa.

Adela tenía las piernas paralizadas, pues no tenía control sobre ellas. En un abrir y cerrar de ojos aquel espectro desapareció, fue en ese momento en el que se tranquilizó, se levantó y comenzó a buscar su celular para llamar a su pareja, pero los segundos parecían eternos.

Minutos después se empezaron a escuchar pasos y nuevamente el sonido de la escoba, barriendo de un lado a otro, pero esta vez en el techo de su casa. Los perros enloquecieron al igual que su perrita, lloraban de una manera escalofriante.

Seguía buscando su teléfono, pero en un momento de desesperación tomó a su perra y se dirigió a su habitación. Mientras caminaba iba prendiendo todas las luces que se encontraban a su paso.

Por fin llegó a la habitación y el celular seguía sin aparecer, el momento se tornó aún más aterrador cuando las luces se apagaron de repente. Sin cerrar la puerta de la habitación se subió a la cama, mientras escuchaba los pasos y barridos que surgían del techo. Después todo se quedó en silencio y Adela pensó que aquel ente se había retirado, pero no fue así, los pasos y barridos se comenzaron a escuchar en el patio, luego en el garaje, pasaba como si se estuviera acercando cada vez más a ella. Los ruidos se escuchaban en el comedor, después en las escaleras y en poco tiempo ya se escuchaban cerca de su habitación. Sollozando, riendo por momentos y hablando sola, aquel espectro iba en busca de Adela.

De pronto, ahí estaba ella, la mujer barriendo dentro de su habitación. Adela se tiró al suelo. Aquel fantasma soltó la escoba y se dirigió a la cama cuando de pronto…

Su pareja había vuelto, llamando a Adela desde afuera, en la calle. Ella soltó un grito desesperado. La mujer desapareció, no sin antes darle nuevamente las gracias por el vaso de agua.


Leyendas mexicanas

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Foto de Ray Piedra: https://www.pexels.com/es-es/foto/liquido-transparente-en-vaso-para-beber-1556381/

Aquella noche Adela no pudo contarle a su pareja lo que le había sucedido, pues aún tenía miedo.

A la mañana siguiente Adela más tranquila pudo comentarle a su pareja lo que pasó, volteó hacía la ventana y se percató que había una escoba tirada en la calle, ambos salieron a ver y efectivamente era una escoba de paja antigua y muy desgastada. Su pareja la recogió con una pala y la llevó a un terreno baldío para quemarla.

La leyenda cuenta que en aquella zona vivía una mujer que realizaba trabajos de brujería y todas las noches salía a barrer la banqueta de su casa. El motivo era que, al realizar tantos trabajos, limpiaba su casa a altas horas de la noche para que ningún espíritu se quedara en su hogar.

Un día encontraron a la mujer sin vida en la puerta de su casa y en sus manos tenía la escoba con la que salía a barrer. Fue llamada “la barrendera”.

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